Sólo para despuntar el vicio, quería mostrarles esto que hice en diciembre del año pasado. Se trata, como muchas otras veces, de un sueño que me mantuvo meditando algunos días hasta que, de improviso pero no casualmente y en brote catártico, salió tomando la forma de un simple dibujito, ni siquiera una ilustración. En su realización técnica es, por todos lados, el fruto de las asombrosas lecciones de pintura del Lic. Emérito Pablo Fernández. ¡Gracias, Pablito!
"El Dique" por Cristian Mallea. Técnica: tinta china, lápiz sin borrar, fotoyóp y manchas tramposas.
¡Arriba, men!
Cristian
9 comentarios:
jaja!! Esta re copado.
Saludos.
y jok la pusooooooooooooo, y jok la puuuuusoooo.
felicitaciones, Mr Jok por la fierro. a usted tambien mr aon, pero ya sabemos que la habia puesto.
brian.
muchas gracias, joven Janchez. Cuando quiera, viene por la redacción en cuya esquina hay un local de vidrios opacos y dudosa reputación. Ahí podrá ponerla ud. también y festejaremos todos juntos. No se preocupe, les pediremos que sean gentiles con ud.
jok
La interpretación del sueño no sale?
Muchas veces el dibujo es para los otros hasta que a veces se corta el registro y la imagen es solamente para el que la hace.
LUEGO TODO VUELVE A SER COMO SI NADA PASASE.
Pero uno sabe que ahi hay algo verdadero de uno.
UNO,MUCHAS VECES,ES EL UNICO PALO EN LA RUEDA DE SUS PROPIAS COSAS...
gracias por el merito pero esta vez es todo tuyo cristiano.
gran abrazo.
pablo
Gracias a todos, perdón por la tardanza en contestar pero bajé a mi infierno a dibujar un rato. Gracias, Guille, "desubiqueti" Brian, pero sobre todo les contesto -a Pablo y a don anónimo- acerca de la ilustración esta. Es verdad, Pablito, uno es el único palo en nuestra ruta y supongo que los sueños se han constituído en un buen modo para conjurar eso. Lo que el dibujo muestra, en este caso, es la última imagen de un sueño que tuve el año pasado. Uno de esos en los que corremos perseguidos vaya uno a saber porqué. La cosa es que corro y corro y las paredes de piedra del túnel por donde voy se comienzan a estrechar. Luego suben de golpe y las trepo, las paredes están húmedas. Algo más adelante se interpone en mi huída, parece una roca saliente del túnel, no me deja pasar. Intento superarla, está caliente, me quema las manos pero trepo igual, caigo en un recinto cóncavo, veo una luz ahí afuera muy cerca. Un mar o algo así no brilla pero impresiona, tiene ese color que tiene el agua ahí en el dibujo. Ahora atravieso la abertura del final de ese túnel, saco la cabeza miro abajo, hay agua. Miro arriba, veo más roca pero con forma, con forma humana. Ahora veo bien que es un rostro, ese mismo rostro que ven ahí en el dibujo. Ahora salgo, salto de espaldas al lago (algo que jamás haría en la vigilia, no sé nadar). Antes de caer en el agua, veo claramente esa cara que dibujé ahí.
Besos y abrazos,
Cristian
Una vez conocí un tipo que se decía tentado de zambullirse en aguas de ríos agitados, y que, tampoco sabía nadar. Será esa fascinación por el agua, fruto de la propia inseguridad?
Ja, ja, ya sabía que eras vos la que pedía la explicación. No sé cómo sería ese a quien vos conociste, en lo que a mí respecta no tengo ningún tipo de fascinación por el agua. Es más, si pudiera viviría lo más lejos que pueda del mar; debe ser por eso que cuando voy a la montaña ni se me ocurre volver.
Me aterra el mar, la primera vez que lo ví (ya era grande) se me hacía que ese monstruo en cualquier momento se paraba y se me echaba mortalmente encima. Con el tiempo he intentado domar eso, hasta pude lograr pasar buenos ratos en la playa con amigos pero nunca dándole la espalda al mar, y también he tratado de engañarlo haciéndome el que sabía nadar. Nada dió resultado, sigo prefiriendo trepar esas maravillosas piedras peladas de San Juan o Mendoza.
Quizá por todo eso quedé tan perplejo cuando en Bolivia fui al lago Titicaca, una enormidad de agua a cuatro mil metros de altura. Pensándolo ahora, quizá tengas razón, quizá me fascine; ya sabemos que la fascinación es la otra cara del miedo.
besos,
Cristian
Es increíble como terminamos pareciéndonos a aquello a lo cual tememos.
El mar nunca está en el mismo lugar, las rocas y las montañas si. Será por eso tu preferencia? Yo, para enfrentarme al mar, trato de estar bien parada. A veces logro resistirle, otras me derriba.
Pero yo sí se nadar. Por eso sé también a qué aguas me atrevo.
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